Un trotamundos en bici: Hace cinco años, Tabaré Alonso partió desde Uruguay hacia Alaska. Actualmente está en la Ciudad de México, y fue aquí donde me pude reunir con él – para hablar sobre su viaje, su bici y su libro.
“¿Cambiamos la bici?” Tabaré me ofrece su “América” cuando estamos camino hacia un café cercano, después de habernos conocido en la Plaza de la República en el centro de la Ciudad de México. He visto muchas fotos de la bicicleta blanca de Tabaré en redes sociales, y siempre parece como sie va bien cargada.
(Auf Deutsch lesen / Leer en alemán)
Y así es: Un cartel está pegado en la parte delantera, otro atrás. Un patito de plástico, de esos que emiten un sonido de bocina cuando los apretas, está colocado en el manillaje, que lleva enfrente una cesta. Y una pesada mochila cuelga detrás del sillín.
He ido en mi propia bicicleta hasta el lugar del encuentro, habíamos acordado vernos en el enorme monumento que conmemora la Revolución Mexicana de hace 110 años. La plaza tiene grandes dimensiones; en su día se iba a construir aquí un nuevo edificio del parlamento mexicano.
Encuentro con la bici
Tomo la bici. Durante unos segundos me siento como un trotamundos. Y en efecto: La “América” ha transportado a Tabaré por miles de kilómetros a través de Sud- y Centroamérica, desde que en el 2016 salió de su pueblo natal. Me cae en mente la película “Diarios de motocicleta” que traza el tour del joven Ernesto “Che” Guevara por Argentina, Chile y Perú, en moto y a pie por carreteras sin asfaltar.
Tabaré Alonso no es un revolucionario. Pero su viaje lo ha marcado en su personalidad, tal vez como fue con el Che en su momento o otros viajeros.
Bajamos de la plaza. La bici se tambalea bajo el peso que lleva encima (y del mío?), los frenos no agarran inmediatamente. Tabaré me hecha una mirada mientras rueda hacia abajo en mi bici. “Los frenos…”. Y yo me quedo pensando: ¿Y se vino en esta bicicleta de Uruguay hasta México? ¡Amigo, increíble! El recorrido de Tabaré hace que mi propio viaje de 20 kilómetros hacia el lugar del encuentro parezca un paseo hasta la panadería del barrio.
Tomando luego el café le pregunto a Tabaré si su “América” lo haya decepcionado alguna vez. “Mil veces”, me contesta. Que es sólo una bicicleta para ir a buscar el pan a la panadería … y me detalla en un mensaje más tarde que “es una bici muy normal. Es un poco débil y muy genérica, o sea de las más económicas. ” Ah, y que se rompe siempre lo normal: los rayos, el eje, las llantas. Pero aquí está, a miles de kilómetros de donde fue adquirida.
Unas veces bienvenida, otras veces desconfianza
Tabaré ha viajado con su “América” camino a Alaska por varios estados y regiones. Quítate de la mente el pensar en un viaje con buena infraestructura como por ejemplo el Camino de Santiago europeo o las rutas de senderismo alemanas. Recorrió montañas, desiertos, selvas y zonas remotas, en Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Venezuela.
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A veces el viajero en su camino era acogido y apoyado calurosamente, otras veces, en pueblos que pasaba, lo trataban o menospreciaban como supuesto ladrón, vagabundo, holgazán. Y una vez incluso fue denunciado como captador de niños, recuerda.
En su libro (véase más abajo), el joven de 33 años describe varias experiencias de su gira. Una vez pasa la noche en un remoto lugar de termas, solito. A la mañana siguiente “huye” porque tiene la sensación de que lo observaban en la noche, constantemente. Viaja hacia el sur de México montado en la “Bestia”, los trenes de carga que sirven como medio de transporte a los migrantes centroamericanos, por razones de tener que salir del país para obtener un visado, y se encuentra con migrantes retornando de su proyecto fracasado de adentrarse en Estados Unidos.
Pero es un viaje que cuenta también sus historias positivas: Una vez, en un pueblo, se detuvo al lado de Tabaré una camioneta, y el conductor le quiso invitar a comer. Tabaré sospechaba, temía una trampa. Pero el conductor resultó ser un granjero curioso de la zona, que le invitó a un snack e incluso dándole un lugar para dormir. Hasta avisó amigos en la ruta para ayudarle a Tabaré.
México: Una parada prolongada
De no haber sido por la pandemia, y asociada con ella el cierre de la frontera de Estados Unidos, Tabaré podría estar ahora tal vez observando osos y la nieve en lo alto del norte del continente americano. Pero el uruguayo quedó varado en la Ciudad de México. Complementa sus fondos para el viaje con propia artesanía. Publicó sus experiencias de viaje en forma de un libro, y está recibiendo el apoyo de activistas de la bicicleta en la ciudad. Y buscando un patrocinador para continuar su viaje. Porque sigue el proyecto: llegar a Alaska.
Siendo yo mismo extranjero en este país, le pregunto a Tabaré acerca de su llegada a México. La primer impresión? Un choque cultural. Tabaré entra al país procedente de Belice, al estado de Quintana Roo – justamente una zona de turismo orientada a turistas estadounidenses, canadienses y europeos. “Fue otro México, el de los extranjeros, y solo con dinero obtenías experiencias, o sea como te ven también te trataban.”
Como seguir la ruta de Tabaré: Instagram, Facebook y su libro
Si quieres seguir en vivo las experiencias de Tabaré, estos son los enlaces:
Facebook: Página de Tabaré
Instagram (tabarealonso)
Página Web (www.tabarealonso.com)
Youtube: Canal de Tabaré Alonso
Su libro, publicado a principios del 2021, está disponible en la cervecería “Quiero Chela” (cerca de la Plaza de la República), directamente con él o en linea en formato PDF. Costo 200 pesos mexicanos. Una recomendable lectura de aventuras y pensamientos personales, ilustradas con fotos del viaje en blanco y negro.
En la cabeza lleva puesto un gorro con una imagen de un dios o guerrero prehispánico. Me recuerda el choque cultural de mayas y aztecas con los europeos. El pueblo del último gobernador azteca Cuauhtémoc perdió su independencia hace 500 años en la lucha contra los españoles. Tenochtitlán, la ciudad de los aztecas, quedó destruída, de sus escombros se levanta hoy la Ciudad de México.
Tabaré Alonso me habla del fracaso, de la confianza y del respeto a sí mismo. Su proyecto era salir de la “vida circular”: la escuela, el trabajo, el deporte, un ciclo. El informático de formación quería y quiere aprender cosas nuevas en su viaje. Es un reto que tal vez no siempre es posible superar. Y también Tabaré estuvo a punto de rendirse en su largo viaje.
No se nota en nuestra conversación que este chico haya estado alguna vez a punto de dejar su aventura. El viajero del sur desprende un aire de tranquilidad y serenidad. Tal vez por sus experiencias? Más tarde, al leer su libro, me encuentro con que en sus viajes vivió una o otra situacion que a otros les podría dar escalofríos. Pero Tabaré parece dar la sensación de no haberse asustado para tanto como para no seguir en su ruta.
Seguir o dejarlo?
La primera vez que Tabaré quiso dejar su proyecto no estaba tan “lejos” de Uruguay. Es en el Salar de Uyuni en Bolivia a 3600 metros de altura. Un inmenso “mar” blanco de sal tiene enfrente de si. “Me congelé”, me dice Tabaré, recordándose hoy sentado bajo el calor agradable de la Ciudad de México. Estando todavía a 50 kilómetros de su alojamiento previsto, viaja solo por el enorme salar, acercándose la noche. Después de tres horas llega finalmente a su meta. Tabaré se queda dormido sin comer. “Fue un momento de quiebre.” Un momento de ruptura.
Pero a la mañana siguiente, el sol en lo alto y con la vista al salar con sus 100 kilómetros de extensión en dirección este-oeste, se quedó reflexionando que “te gusta lo que haces”, me comenta. Y sigue.
Aun así este episodio no iba a ser la última duda. Le roban la bicicleta dos veces. El año pasado, el padre de Tabaré fallece mientras su hijo está atrapado en México. El ciclista le ha dedicado un capítulo aparte en su libro. Tuvo que aprender a hacer pulseras para venderlas, “por hambre”.
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En un recorrido posterior, recorre en bicicleta un tramo de la costa mexicana del cual había sido alertado por amigos. Le advierten: está dominada por criminales. En un control lo paran. Les muestra su imagen de la Virgen de Guadalupe, la patrona nacional de México, lo dejan en paz. “Un ciclista loco” dicen los hombres en el retén, cuenta Tabaré. Amigos le habían recomendado llevar la virgen morena consigo. Por si acaso.
¿Cuánto durará su viaje, cuando llegará a su final? No lo tiene claro. Porque aquí, frente a mi, está sentado un descubridor que obviamente disfruta de este recorrido. Y lo cuenta también en su libro. Su mundo: “gigantesco”. Lo que le inspira son las personas que ha conocido en su viaje, me explica Tabaré. Por ejemplo la llamada “Guerillera”, una mujer que le enseñó a vender pulseras y a recoger alimentos para los necesitados. O indigentes a los que él juzgaba erróneamente por su condición de vida, pero que resultaban ser amantes de libros.
Sentados cerca del Monumento a la Revolución habla Tabaré de la gente mexicana. Entusiasmado. “He visto un México de tantos ángeles que no salen en la tele”, me cuenta. Hombres y mujeres, para decir anónimos, que ayudan sin pedir nada a cambio, “solo por el hecho que estás bien y que puedas continuar con tu camino”.
México es único
Quiero saber si hubo un momento destacado en su viaje hasta México. Tabaré duda y decide dar una respuesta “poética”: América es perfecto para él, si se prescinde de las cicatrices. No se refiere a su bicicleta. Y algo como México, dice, no existe una segunda vez. “México es único”. Si hubiera sido al revés, si hubiera viajado por Sudamérica desde aquí, probablemente muchas cosas no le habrían sorprendido. México lo tiene todo. “Qué suerte tengo de venir de un país tan pequeño (como Uruguay)”, dice Tabaré. Y su tierra natal, ¿cómo es? Pacífico, dice el uruguayo. Y lento. “Incluso los pájaros se mueven lentamente.”
Tabaré saca un cuaderno, me enseña una lista de lugares en el norte de México, escrita a mano. Ahí no estuvo aun, las quiere visitar. Ya conoce el sur, viajando en bicicleta – e incluso a pie durante varios meses. Hay muchos como él en el camino, dice. En efecto, las redes sociales muestran más relatos de familias o viajeros solitarios en camino por México.
Extra: Montar en bicicleta en Ciudad de México
¿Cómo califica uno la situación de los ciclistas en Ciudad de México que ha atravesado en bici urbes grandes como Bogotá, Lima, Cáracas y otras ciudades latinoamericanas? “Superordenada”, dice Tabaré. En otros lugares, dice, es un caos; incluso en las ciudades más pequeñas, a veces no se puede atravesar el tráfico.
Nuestra conversación está llegando a su fin. Le pregunto: ¿Él, que ha recorrido miles de kilómetros, no tendría algún consejo para novatos, trotamundos dispuestos darle la vuelta al mundo, pa` gente como yo, por ejemplo? Por lo menos puedo presumir haber hecho unos 200 metros en su bicicleta, aquí en la Plaza de la República.
Tabaré me mira con cara muy seria. “Sí”, dice finalmente, “ninguno”. Explica que se puso loco en su preparación del viaje. “Me leí una cagada de libros.” De que hay que comer una manzana después de ciertos intervalos. De que necesitas una cafetera para el café, y otra para el té. Su conclusión: simplemente arranca.
Es lo que justamente está actualmente preparando: A mediados de mayo, Tabaré y unos amigos saldrán finalmente al norte. Se acaba la estancia en la Ciudad de México. La primera parada será la antigua ciudad colonial de Querétaro, a unos 200 kilómetros de distancia.
Le advierto acerca de las restricciones vigentes para pasar la frontera de Estados Unidos, 20 veces más lejos que Querétaro. Pero Tabaré no está preocupado. “Son seis meses” que durará su gira hasta llegar a la tierra de Hollywood y Rock n Roll.
Una vuelta por la Alameda
Sacamos unas fotos en el vecino Parque de la Alameda. Cerca de nosotros, tres jinetes de la policía turística, vestidos con trajes de charros, están de pie al frente de sus caballos. Nos observan con curiosidad. En el pasado, la gente recorría las interminables extensiones de América a pie, en barco o a caballo. Pero hoy es la bicicleta.
Tabaré toma su América, se aleja unos metros y gira. Viene hacia mi y me pasa. “Hasta Alaska con esta América”, dice con voz firme y alta, y rueda hacia el extremo oeste del parque. Por ahí va un chico uruguayo dispuesto a hacer realidad un sueño que en realidad ya está viviendo al cien por cien. Es también la dirección de salida de la Ciudad de México rumbo a Alaska.
Miguel Castro/voyyestoy.com
Más información sobre Tabaré Alonso: Instagram, Facebook y su libro
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Página Web (www.tabarealonso.com)
Youtube
Libro disponible en:
Cervecería “Quiero Chela” en la Ciudad de México
Directamente con él
O en linea en formato PDF
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